Después de una época en la que he compartido con vosotros/as un trocito de nuestra vida y experiencia como madre, he decidido terminar las publicaciones en este blog.
Ha sido una experiencia que me ha aportado mucho, y he recibido el apoyo de mucha gente que se ha sentido identificada, que le gustaba como escribía y que se ha emocionado y entretenido...Pero creo que ha llegado el momento de dejarlo: quedará como un regalo para nuestros hijos, para cuando sean algo más mayores. Creo que les gustará leerlo.
Seguiré escribiendo y, quizá algún día me animo a publicar alguna cosa, pero no será tan personal. Martina y Jaume han sido los protagonistas indiscutibles de este blog y, ahora, lo seguirán de nuestras vidas, pero a nivel personal y no público. Ahora están creciendo y son más conscientes de todo, por lo que sus experiencias se compartirán con quien ellos quieran.
Un beso para todos,
Txell.
Txell
Txell: madres que lo intentan
Este blog pretende entretener, hacer reír, pensar...Es sencillo, sin grandes pretensiones...Son mis vivencias, puntos de vista, mis pensamientos en alto, mis reflexiones, dudas, sentimientos....días buenos y días malos, luchas diarias, pequeños triunfos, algún fracaso, alegrías y decepciones....una porción de mi vida que se puede compartir y llegar a ser terapéutica, tanto para la que escribe como para el que recibe.
domingo, 9 de diciembre de 2012
martes, 27 de noviembre de 2012
¡Queremos un hermanito!
""Mamá, ¿Por qué no tenemos un hermanito?", me pregunta Martina. "Sería tan mono...", dice cariñosa. "¿Y yo no soy mono?", pregunta, Jaume, con cara de circunstancias. "Si, pero ya has crecido", le contesta su hermana, sin disimular que la relación entre ellos está cambiando.
Los niños crecen y, desde hace más tiempo del que creemos, Jaume ha dejado de ser nuestro bebé. Es un niño, cada día más autónomo e independiente. Y aunque su hermana lo sigue queriendo con locura, ya no lo cuida ni lo protege de una forma tan especial. Ahora es su compañero, amigo en las conversaciones y rival en las discusiones. Relación de igual a igual, aunque la admiración de nuestro pequeño hacia su hermana siga existiendo.
Mientras los miro y observo a nuestra pareja, el "pressing" continua:" “Mamá si tuviéramos un hermanito yo lo cuidaría. Y le haríamos sitio en el coche, lo pasearíamos y le enseñaríamos las letras"...."Y yo le enseñaría a jugar al fútbol...y lo bañaríamos todos juntos"..."Y lo traeríais al colegio, con el cochecito..."...¡Qué idílico! Visto así la idea parece perfecta...no nos iban a faltar manos.
Y así, el día transcurre entre planes y conversaciones de bebés intercaladas con deberes y actividades centradas en sus cinco y siete años. Y a mí me da por pensar, como siempre, imaginar y volar. Si me dejara llevar por el corazón la idea sería más que emocionante. Y sin saber cómo, me traslado en dos segundos al pasado.
Un pasado lleno de recuerdos desde que empezó la relación con nuestros hijos. Momentos intensos y vividos con ilusión ante la llegada de dos seres que han llenado y cambiado nuestras vidas.
Recuerdo especialmente el día que supimos que íbamos a ser papás. La intuición no nos falló, ya que la sensación de mareo y de ir en barco no la había tenido hasta ese momento. Recuerdo la emoción, como algo indescriptible, una mezcla entre salto al vacío y proyecto muy deseado. Planes, ganas de ser padres y cariño y más cariño mientras mi barriga crecía y crecía. Y a pesar de las dudas, temores e inconsciencia, la vivencia nos llenaba e, ilusionados, pensábamos en nuestro futuro.
La llegada de nuestros hijos cambió nuestra organización familiar. La distribución del tiempo adquiría una dimensión desconocida y los planes se deshacían según las urgencias. Con ganas de ser unos buenos padres, no nos quitábamos la “L” de prácticas, en un examen en el que nunca se aprueba del todo porque siempre vas aprendiendo.
Martina y Jaume, nuestros hijos, nos han transformado. Nunca seremos los de antes pero, ahora, después de todos estos años, pienso que todos hemos crecido, no sólo los niños. Y, cuando los veo como personitas, con las historias e historietas de su día a día, sus sentimientos y sus preguntas, sé que, a pesar del esfuerzo, las dudas, el cansancio y de todo lo que comporta, me gusta haber cambiado. Altruismo parental, eso es lo que nos ayuda a tener los pies bien pegados a la realidad. Me gusta la sencillez con la que los niños te muestran lo que realmente importa.
Y ahora, piensan en un hermanito y yo, inconscientemente, me enternezco cuando veo a alguna amiga embarazada, compartiendo sus inquietudes, reviviendo aquellos momentos, recordando el olor de nuestros bebés y la dulzura de las miradas. A veces, me gustaría volver a entrar en aquella dimensión en la que el tiempo y el paso de las horas carecían de importancia y la desconexión del mundo te llevaba a otras realidades: madre, sólo eso, encantada y cautivada en un entorno de pañales, cochecitos y paseos a media mañana.
Mientras el corazón sigue mandando sobre mi razón, los niños frenan mi pensamiento. Una lista de nombres, de niño y de niña, aparecen en un papel con letras infantiles de todo tipo. No se ponen de acuerdo, pero ellos ya lo tienen todo planeado. Martina me dice:"Hemos pensado que, a lo mejor, tienes gemelos, y cada uno de nosotros elegirá un nombre". Jaume asiente, sonriendo, compartiendo la idea de su hermana. (...). Y yo también rio, nerviosa, volviendo a la realidad y, pensando lo afortunada que soy compartiendo mi vida con ellos. De momento, los números pares me gustan demasiado como para tentar a la suerte. Así que la idea os la dejo a los más valientes.
Txell
Los niños crecen y, desde hace más tiempo del que creemos, Jaume ha dejado de ser nuestro bebé. Es un niño, cada día más autónomo e independiente. Y aunque su hermana lo sigue queriendo con locura, ya no lo cuida ni lo protege de una forma tan especial. Ahora es su compañero, amigo en las conversaciones y rival en las discusiones. Relación de igual a igual, aunque la admiración de nuestro pequeño hacia su hermana siga existiendo.
Mientras los miro y observo a nuestra pareja, el "pressing" continua:" “Mamá si tuviéramos un hermanito yo lo cuidaría. Y le haríamos sitio en el coche, lo pasearíamos y le enseñaríamos las letras"...."Y yo le enseñaría a jugar al fútbol...y lo bañaríamos todos juntos"..."Y lo traeríais al colegio, con el cochecito..."...¡Qué idílico! Visto así la idea parece perfecta...no nos iban a faltar manos.
Y así, el día transcurre entre planes y conversaciones de bebés intercaladas con deberes y actividades centradas en sus cinco y siete años. Y a mí me da por pensar, como siempre, imaginar y volar. Si me dejara llevar por el corazón la idea sería más que emocionante. Y sin saber cómo, me traslado en dos segundos al pasado.
Un pasado lleno de recuerdos desde que empezó la relación con nuestros hijos. Momentos intensos y vividos con ilusión ante la llegada de dos seres que han llenado y cambiado nuestras vidas.
Recuerdo especialmente el día que supimos que íbamos a ser papás. La intuición no nos falló, ya que la sensación de mareo y de ir en barco no la había tenido hasta ese momento. Recuerdo la emoción, como algo indescriptible, una mezcla entre salto al vacío y proyecto muy deseado. Planes, ganas de ser padres y cariño y más cariño mientras mi barriga crecía y crecía. Y a pesar de las dudas, temores e inconsciencia, la vivencia nos llenaba e, ilusionados, pensábamos en nuestro futuro.
La llegada de nuestros hijos cambió nuestra organización familiar. La distribución del tiempo adquiría una dimensión desconocida y los planes se deshacían según las urgencias. Con ganas de ser unos buenos padres, no nos quitábamos la “L” de prácticas, en un examen en el que nunca se aprueba del todo porque siempre vas aprendiendo.
Martina y Jaume, nuestros hijos, nos han transformado. Nunca seremos los de antes pero, ahora, después de todos estos años, pienso que todos hemos crecido, no sólo los niños. Y, cuando los veo como personitas, con las historias e historietas de su día a día, sus sentimientos y sus preguntas, sé que, a pesar del esfuerzo, las dudas, el cansancio y de todo lo que comporta, me gusta haber cambiado. Altruismo parental, eso es lo que nos ayuda a tener los pies bien pegados a la realidad. Me gusta la sencillez con la que los niños te muestran lo que realmente importa.
Y ahora, piensan en un hermanito y yo, inconscientemente, me enternezco cuando veo a alguna amiga embarazada, compartiendo sus inquietudes, reviviendo aquellos momentos, recordando el olor de nuestros bebés y la dulzura de las miradas. A veces, me gustaría volver a entrar en aquella dimensión en la que el tiempo y el paso de las horas carecían de importancia y la desconexión del mundo te llevaba a otras realidades: madre, sólo eso, encantada y cautivada en un entorno de pañales, cochecitos y paseos a media mañana.
Mientras el corazón sigue mandando sobre mi razón, los niños frenan mi pensamiento. Una lista de nombres, de niño y de niña, aparecen en un papel con letras infantiles de todo tipo. No se ponen de acuerdo, pero ellos ya lo tienen todo planeado. Martina me dice:"Hemos pensado que, a lo mejor, tienes gemelos, y cada uno de nosotros elegirá un nombre". Jaume asiente, sonriendo, compartiendo la idea de su hermana. (...). Y yo también rio, nerviosa, volviendo a la realidad y, pensando lo afortunada que soy compartiendo mi vida con ellos. De momento, los números pares me gustan demasiado como para tentar a la suerte. Así que la idea os la dejo a los más valientes.
Txell
miércoles, 17 de octubre de 2012
¿Cuándo podremos-iremos-haremos?
Todos los que me conocéis, lo sabéis: soy una persona que intento tener una visión optimista de las cosas. Con los pies en la tierra, la mayoría de veces, intento disfrutar del presente y de lo que me ofrece. Pienso que la vida son momentos que se tienen que aprovechar.
Sin embargo, mi cabeza siempre da vueltas, haciendo planes, mirando hacia el futuro y pensando en proyectos personales. Soy una hiperactiva mental: el botón de "off" pocas veces aparece en mi cerebro. Suelen ser pensamientos pero, si estos se verbalizan, hay que tener paciencia para estar a mi lado, ya que mis neuronas pisan bastante poco el freno.
A veces creo que nuestros hijos lo han heredado. Su código genético lleva impreso el sello de su madre y no se cansan nunca de idear, preguntar, jugar y programar. Se levantan por la mañana y ya me preguntan qué harán por la tarde, el viernes preguntan por el fin de semana y llevan semanas escribiendo la carta de los Reyes Magos (por si acaso no les llega).
Aunque les invitamos a disfrutar del momento, siempre están unos pasos más allá. "¿Cuándo podremos conducir una moto?" "¿Y hacer una fiesta de pijamas." "¿Y cuándo iremos a la nieve?" "¿Hoy haremos un pastel o cogeremos las bicicletas." "Cuando sea mayor..." "Cuándo sea un padre"...Da igual lo que estemos haciendo: apenas finalizado ( o no) ya están pensando en lo siguiente. Por no añadir la frase: "Cuándo me comprarás.", en continua comparación con los niños y niñas de la clase, que parece que siempre tengan lo último de lo último.
Un día, en uno de nuestros intentos de paseos relajados por el bosque, mientras Martina y Jaume no paraban de hablar de los planes que tenían cuando fueran mayores, Eduard, (el más tranquilo de todos), les preguntó si querían escuchar una historia. Los niños, encantados siempre con las explicaciones de su papá, no lo dudaron. Y él empezó así:
"Había una vez un niño ( o niña) que quería ser mayor, que no quería ser pequeño, para poder hacer muchas más cosas. Un día, se encontró a un hada que le regaló un ovillo de hilo mágico y le dijo: "Este hilo es tu vida. Puedes desenrollarlo y verás como creces. Pero el ovillo no se puede volver a enrollar, ni volverte a hacer pequeño".
El niño, emocionado, empezó a estirar del hilo: en un momento, se vio conduciendo un coche: ya tenía 18 años. Siguió estirando y se vio como un padre de familia, con su mujer y tres hijos. El niño emocionado, no pudo reprimir su curiosidad y siguió estirando y estirando: sus trabajos, sus viajes, sus nietos....
De repente, vio que no podía tirar más...Se miró en el espejo y se había convertido en un viejito, muy mayor, que estaba acabando sus días. El niño intentó enrollar el hilo, para volver al principio, pero era imposible: en unas horas le había pasado toda su vida. La curiosidad había hecho que no disfrutara de ninguna etapa y que consumiera su vida sin haberla aprovechado.
Entonces se dio cuenta, demasiado tarde, de la razón que tenían los que decían que la vida es para disfrutarla, sobre todo, cuando eres niño. Y lo único que le dió tiempo fue a escribir este cuento para que a otros niños no les pasara lo mismo".
Reconozco que nuestros hijos no fueron los únicos sorprendidos con la historia. Realmente invita a pensar. ¿Hay alguien que estiraría del hilo, ni que fuera un poquito? La respuesta no es fácil, aunque yo lo tengo claro: no cedo ni un día de mi vida....Y nuestros hijos...creo que les sigue pudiendo la curiosidad infantil. Y es que el hacerse mayor, cuando eres pequeño, es de lo más tentador, ¿O no nos ha pasado a todos?
Txell
Sin embargo, mi cabeza siempre da vueltas, haciendo planes, mirando hacia el futuro y pensando en proyectos personales. Soy una hiperactiva mental: el botón de "off" pocas veces aparece en mi cerebro. Suelen ser pensamientos pero, si estos se verbalizan, hay que tener paciencia para estar a mi lado, ya que mis neuronas pisan bastante poco el freno.
A veces creo que nuestros hijos lo han heredado. Su código genético lleva impreso el sello de su madre y no se cansan nunca de idear, preguntar, jugar y programar. Se levantan por la mañana y ya me preguntan qué harán por la tarde, el viernes preguntan por el fin de semana y llevan semanas escribiendo la carta de los Reyes Magos (por si acaso no les llega).
Aunque les invitamos a disfrutar del momento, siempre están unos pasos más allá. "¿Cuándo podremos conducir una moto?" "¿Y hacer una fiesta de pijamas." "¿Y cuándo iremos a la nieve?" "¿Hoy haremos un pastel o cogeremos las bicicletas." "Cuando sea mayor..." "Cuándo sea un padre"...Da igual lo que estemos haciendo: apenas finalizado ( o no) ya están pensando en lo siguiente. Por no añadir la frase: "Cuándo me comprarás.", en continua comparación con los niños y niñas de la clase, que parece que siempre tengan lo último de lo último.
Un día, en uno de nuestros intentos de paseos relajados por el bosque, mientras Martina y Jaume no paraban de hablar de los planes que tenían cuando fueran mayores, Eduard, (el más tranquilo de todos), les preguntó si querían escuchar una historia. Los niños, encantados siempre con las explicaciones de su papá, no lo dudaron. Y él empezó así:
"Había una vez un niño ( o niña) que quería ser mayor, que no quería ser pequeño, para poder hacer muchas más cosas. Un día, se encontró a un hada que le regaló un ovillo de hilo mágico y le dijo: "Este hilo es tu vida. Puedes desenrollarlo y verás como creces. Pero el ovillo no se puede volver a enrollar, ni volverte a hacer pequeño".
El niño, emocionado, empezó a estirar del hilo: en un momento, se vio conduciendo un coche: ya tenía 18 años. Siguió estirando y se vio como un padre de familia, con su mujer y tres hijos. El niño emocionado, no pudo reprimir su curiosidad y siguió estirando y estirando: sus trabajos, sus viajes, sus nietos....
De repente, vio que no podía tirar más...Se miró en el espejo y se había convertido en un viejito, muy mayor, que estaba acabando sus días. El niño intentó enrollar el hilo, para volver al principio, pero era imposible: en unas horas le había pasado toda su vida. La curiosidad había hecho que no disfrutara de ninguna etapa y que consumiera su vida sin haberla aprovechado.
Entonces se dio cuenta, demasiado tarde, de la razón que tenían los que decían que la vida es para disfrutarla, sobre todo, cuando eres niño. Y lo único que le dió tiempo fue a escribir este cuento para que a otros niños no les pasara lo mismo".
Reconozco que nuestros hijos no fueron los únicos sorprendidos con la historia. Realmente invita a pensar. ¿Hay alguien que estiraría del hilo, ni que fuera un poquito? La respuesta no es fácil, aunque yo lo tengo claro: no cedo ni un día de mi vida....Y nuestros hijos...creo que les sigue pudiendo la curiosidad infantil. Y es que el hacerse mayor, cuando eres pequeño, es de lo más tentador, ¿O no nos ha pasado a todos?
Txell
jueves, 11 de octubre de 2012
¡Felicidades Jaume!
Hoy es el cumpleaños de nuestro hijo Jaume, el pequeño de la casa, pero grande, para nosotros, en todo lo demás. Cinco años, un gran número, todos los dedos de la mano.
Nervioso, espera su día: llevamos un tiempo con la cuenta atrás, emocionado con cada resta....¡Ya falta menos! Sus bambas de Messi están impacientes...si pudieran, sus pies ya habrían corrido a calzárselas. Larga espera que por fin ha llegado.
Como con Martina, también recuerdo la primera vez que lo vi. Pensaba que con el segundo ya estaría más acostumbrada, pero mi emoción no pudo contenerse: Nuestro segundo hijo, un hermanito para Martina, que ha sido siempre su compañero y admirador inseparable.
Jaume nos ha puesto las pilas a todos. Tozudo y travieso ha puesto a prueba mi paciencia, poniéndome contra las cuerdas y demostrando que no es fácil la labor de madre. Me ha enseñado a ser humilde y a darme cuenta de mis errores, obteniendo un máster en gestión de rabietas que, poco a poco, se ha ido superando.
Creciendo con él, como madre y persona, lo he ido descubriendo y no ha dejado nunca de conquistarme. Jaume se hace querer, es el rey de nuestra casa. Ocurrente e imaginativo, a veces me gustaría ver su mundo interior, aunque creo que me perdería. Sus anécdotas y ocurrencias forman parte de nuestro día a día, con una lógica que, a veces, me desborda. Y reconozco que me derrito con sus besos y abrazos.
Hoy es su día y lo llenaremos de cariño y felicitaciones. Su pastel, sus velas y sus regalos futboleros....estaremos encantados de compartir este día a su lado.
¡Felicidades Jaume! ¡Que pases un gran día!
Eduard, Meritxell y Martina ( hermana, amiga y siempre, protectora).
Txell
Nervioso, espera su día: llevamos un tiempo con la cuenta atrás, emocionado con cada resta....¡Ya falta menos! Sus bambas de Messi están impacientes...si pudieran, sus pies ya habrían corrido a calzárselas. Larga espera que por fin ha llegado.
Como con Martina, también recuerdo la primera vez que lo vi. Pensaba que con el segundo ya estaría más acostumbrada, pero mi emoción no pudo contenerse: Nuestro segundo hijo, un hermanito para Martina, que ha sido siempre su compañero y admirador inseparable.
Jaume nos ha puesto las pilas a todos. Tozudo y travieso ha puesto a prueba mi paciencia, poniéndome contra las cuerdas y demostrando que no es fácil la labor de madre. Me ha enseñado a ser humilde y a darme cuenta de mis errores, obteniendo un máster en gestión de rabietas que, poco a poco, se ha ido superando.
Creciendo con él, como madre y persona, lo he ido descubriendo y no ha dejado nunca de conquistarme. Jaume se hace querer, es el rey de nuestra casa. Ocurrente e imaginativo, a veces me gustaría ver su mundo interior, aunque creo que me perdería. Sus anécdotas y ocurrencias forman parte de nuestro día a día, con una lógica que, a veces, me desborda. Y reconozco que me derrito con sus besos y abrazos.
Hoy es su día y lo llenaremos de cariño y felicitaciones. Su pastel, sus velas y sus regalos futboleros....estaremos encantados de compartir este día a su lado.
¡Felicidades Jaume! ¡Que pases un gran día!
Eduard, Meritxell y Martina ( hermana, amiga y siempre, protectora).
Txell
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