sábado, 14 de mayo de 2011

Piojos: vecinos invasores

Martina se despierta rascándose la cabeza. “¡Me pica mucho mamá”. La miro y está graciosa con todos los pelos alborotados y cara de sueño. “Ven aquí, Martina, que miraré si tienes piojos”, le digo, convencida de que se rasca la cabeza por cualquier otra razón. Reviso las orejas, la coronilla, las raíces del pelo....para aquí y para allá...."ven aquí, que tengo más luz", pero yo no veo nada. La verdad es que soy una madre inexperta en el tema y, por mucho que lo intento, no encuentro ningún bichito blanco, negro o transparente. Realmente no sé lo que busco, pero miro y remiro. "Aquí no hay nada. A lo mejor es que tienes calor", le digo con convicción.

"Mis hijos no pueden tener piojos, ya han habido muchas plagas y ellos no los han cogido", me repito a mi misma. Y pienso en la película que siempre me he creído, que el ph de su piel es resistente a estos habitantes. Pero, por alguna extraña razón, esta vez hay algo que me hace dudar; por este motivo, escribo una nota a la profesora alertándole de la posible presencia de seres extraños en la cabeza de nuestra hija y poniendo de manifiesto mi falta de información sobre el tema.

Voy al trabajo dándole vueltas y decido llamar a mi hermana mayor, la experta, que me lleva una gran ventaja en el recorrido de madre y a la que recuerdo con frecuencia cuando vivo en vivo sus ya catalogadas experiencias con los hijos. Me instruye a la perfección proporcionándome un kit y manual de supervivencia que apunto en tres post-it con letra rápida y líneas desordenadas.

Con la información condensada en papel amarillo me dirijo a la farmacia, dispuesta a surtirme del "botiquín por si acaso". Pero las indicaciones claras de mi hermana se confunden con las explicaciones de la farmacéutica y salgo de la tienda con embrollo mental avanzado y con dos productos que no recuerdo en qué fase del tratamiento debo utilizar. "No pasa nada" pienso, "total, seguro que todo ha sido una falsa alarma...."

Falsa alarma...hasta que Martina sale del colegio. Su profesora me confirma que tiene unos huevecitos: son diminutas bolitas blancas que parecen caspa pero que se quedan enganchadas en el pelo. Aquellos indicios de sospecha eran ciertos. Ya formo parte del club de madres agobiadas por los piojos. Como dice una amiga, se me ha acabado la tranquilidad y la vida.

Martina, en cambio, está encantada. Para ella es una novedad, su nueva historia a explicar, y va pregonando por el patio que tiene piojos. Esta vivencia y sus cuatro dientes que se mueven ( pura ilusión infantil) son sus historias de la semana. Nos vamos rápido a casa, no vaya a ser que me encuentre un grupo de madres que me echen por piojosa. Suerte que estamos en el siglo XXI y que tener piojos ya no es un estigma social, sino una realidad más que cotidiana.

Ya en casa, les pongo a mis hijos el primer producto, un gel durante 15 minutos. Aunque Jaume no se ha quejado, entra dentro del pack, que el día a día de nuestros hijos es puro compartir. Con las cabezas impregnadas parecen dos engominados, aunque los rizos de Jaume son fuertes y en seguida salen a relucir. Nos hace gracia este niño: con el pelo mojado pierde totalmente la clase, ya que enseguida le asoman unos caracolillos por detrás de las orejas que le dan un aire agitanado. Sólo le falta dar palmas y algo de cante jondo y ya lo podemos llevar a un tablao.

Les lavamos el pelo y, según los consejos de la farmaceútica, les pongo vinagre en el último aclarado. Yo no sé cuál será el resultado; lo que tengo claro es, que de momento, nuestros hijos huelen a ensalada de bar de carretera y el pelo no está más brillante.

El siguiente paso es pasarles la lendrera. Dosis de paciencia al cuadrado. Martina y Jaume no han entendido nunca el significado de la palabra "quietos" y hoy tampoco iba a ser la excepción. Agua caliente, pelo a pelo, las liendres no se enganchan al peine, las saco con los dedos...y en medio de todo el proceso, aparece él, el culpable, tan negro con sus patitas....Un piojo, sólo uno, pero un Sr. Piojo en la cabellera de Martina. Expectación en casa ante tal acontecimiento. El piojo es el centro de las miradas, esa mini bestia espabilada que ha decidido chupar la sangre y liarla.

Tras la confirmación, metemos toda la ropa de cama, gomas del pelo, pijamas y toallas en una gran bolsa que cerramos y sellamos durante unos días para después lavar las prendas a altas temperaturas. Que no quede ni uno, que se asfixien...me siento una torturadora de animalitos....

Queda otra parte del proceso, poner gorros de ducha a mis hijos y que duerman con ellos. Me río pensando que en la farmacia me han dicho que envuelva en papel de plástico el pelo de nuestros hijos y que los deje así toda la noche. No conocen a mis hijos: plastificados iban a durar tres segundos, más la juerga y excitación posterior. Pensándolo bien, les dejaremos las greñas al viento, que empezarán a cambiarse los gorros. Y los piojos, más que asfixiados, acabarán mareados.

La semana transcurre con el trabajo extra de revisar y peinar cabezas cada noche. Y, sumado al resto de obligaciones personales, laborales y a una gran dosis de astenia primaveral, resulta agotador. Búsqueda de liendres, aceite de árbol de té, suavizante y largas tandas de cepillado, que nos muestra las múltiples posibilidades del pelo de Jaume...así que gastamos bromas peinándolo de niño antiguo. Momentos de diversión en medio de tanta dedicación y paciencia, ya que Martina se ha dado cuenta que tener piojos no es tan emocionante como pensaba. Trabajo en equipo, que es como mejor se lleva.

Cuando nos parece que el tema está controlado, llevo a los niños a la peluquería, sobre todo para arreglar un poco el pelo del niño gitano. Confieso a la peluquera nuestro trajín de estos días. Y ella, intentando disimular su cara de espanto al nombrar la palabra "piojo", me dice que no me confíe, que espere más tiempo para saber si hemos conseguido exterminarlos y que, sólo con plena seguridad, recibirá encantada a nuestros hijos.

Vuelvo a casa decepcionada, con dos niños con greñas protestando porque se han quedado sin corte de pelo; para ellos es una fiesta cortárselo: el taburete, el delantal de perrito, las tijeras, el secador....vivencias simples para los niños de estos tiempos, pero a ellos les gusta.

Por la noche, les volvemos a poner el fantástico gel para piojos de la semana pasada y, al pasarles la lendrera me acuerdo de la peluquera...¡Los dos tienen piojos! Ni liendres, ni un piojo solitario: cada niño tiene una colonia de habitantes, unos 30, que dejo flotando en un cuenco de agua caliente. Los niños los miran entusiasmados: "Mamá, mira las patitas". Y yo lo único que diviso es más y más trabajo, esfuerzo poco recompensado y el recuerdo de la cara de horror de la peluquera.

También pienso en el primer piojo y su reproducción múltiple, el presunto padre de todas estas criaturas y hasta en el sentido su vida: nacer, crecer, reproducirse a lo bestia, fastidiar ( por no decir otra cosa), chupar la sangre y morir sin pena ni gloria. Todo en siete días, tiempo récord. Traslandándo a las personas, es una opción que no resulta tan extraña. Se me ocurren un par de casos que, con muchos más años de vida, han conseguido lo mismo.

Intento romper el círculo vicioso negativo y decido volver a ponerme las pilas. Nos armamos de paciencia y seguimos con los días de la marmota, repetitivos, en los que la lendrera es la gran protagonista. Pelos relucientes sin rastro de visitantes, tesón recompensado y ni un amago de bajada de guardia.

En cuatro días parece que están exterminados, pero no me fío. Me he vuelto una buscadora de liendres y cada día reviso cabezas, con dosis extra de mimitos y masajes cariñosos. Así que se convierte en una tarea más que no tengo que apuntar en la agenda. Sé que no somos los únicos y eso me anima. Así que desde aquí me solidarizo con todas las familias afectadas de piojos: A lo mejor perdemos una batalla, pero ganaremos la guerra..¿O no?



Txell

3 comentarios:

mercè dijo...

jejejeje La veritat és que això del polls és un rotllo..... La liendrera cada dia i lo millor és dedicar-te una tarda soleiada a treure ou per ou tots els que puguis trobar.... el que funciona millor és lo artesanal!!!!
Ànims al final acabaràs amb ells ............

merce dijo...

jejeje.....Ànims segur que ho conseguiras!!!!!

merihc dijo...

Mercè, ja saps de què parlo...tu deus ser l'experta, sobretot amb els 26 capets que cada dia ronden per la classe....