domingo, 29 de julio de 2012

¡Pórtate bien!

El otro día empecé a pensar en la cantidad de órdenes que doy cada día a mis hijos. Yo, que me considero una madre moderna y conciliadora, me estoy convirtiendo en un sargento estresado. Y además, cuanto más mando, menos caso me hacen. No sé si es el verano, el calor, las ganas de vacaciones o todo lo que está ocurriendo en este país, pero tengo la sensación de que hay cosas que se me escapan de las manos. Y no quiero. No pretendo ser una mamá perfecta, pero no quiero ser el ogro en el que me estoy convirtiendo. Bueno, el "ogrito", tampoco exageremos...

Cada día me levanto con buenos propósitos, pensando que el día va a ir bien, que no me voy a enfandar por nada y que tenemos mucha suerte porque tenemos unos hijos encantadores...Voy a su cuarto, los despierto, los abrazo y les dejo que vayan poco a poco....Pero las negociaciones empiezan enseguida..."5 minutos más"....me dice Jaume, que entre semana nunca tiene prisa..."Vale, de acuerdo"..."No, 13 minutos..."...continúa él, siempre pidiendo más....Siempre más....no vale la primera respuesta....Y yo ya empiezo a olvidarme de mis buenos propósitos, mientras preparo las bolsas de la escuela de verano y decido que ropa ponerme.

Con Jaume somnoliento y Martina a medio vestir, vuelvo a pensar que no tengo que estresarme y que tengo que ser capaz de organizarme. Respiro hondo y paso el primer tramo como puedo, intentando dar menos de 10 òrdenes. "Acábate el desayuno". "No te manches". "Lávate los dientes...¡bien!". "Ponte los zapatos". "Coge la mochila". "Corred". "Ahora no es hora de jugar". "No discutáis". "¡Deprisa!". "No hagáis ruido"...ufff...suerte que me he decidido tener una buena mañana....

El camino hasta el casal de verano sigue siendo estresante y apresurado. Además, Martina puede llevar patinete para jugar en el patio de laa escuela, pero a los pequeños, como Jaume, no les dejan. Así que la ruta es hacia adelante y atrás..."Martina, deja el patín a Jaume" "Os vais a hacer daño" y "Esperadme" es la cancioncita de cada mañana. Y me muerdo la lengua por no decir:"Se ha acabado el patinete"; con el tiempo, he aprendido a no decir cosas que después no vaya a cumplir...más que nada, para no perder credibilidad. A pesar del resumen de día cuando todavía lo estamos empezando, los despido con alegría y pienso en ellos durante toda la mañana.

Por la tarde, siguen sin parar y yo sigo de sargento estresado. El calor incrementa su actividad, en vez de dejarlos aplanados. Y su imaginación está mas activa que nunca: ven nuestro mini pasillo como un gran campo de fútbol con portería, el sofá como una cama elástica y el suelo como la gran colchoneta. Ruedas y verticales de Martina, mientras Jaume se reboza por el parket de casa, como si fuera césped.

"Pero, ¿No podéis estar quietos? Venga, que os pongo la tele un rato...", les digo, desesperada, y con un volumen de voz poco regulado. "No, no queremos tele, ¿Nos podemos disfrazar?" es la respuesta de Martina. Sorprendente, ¿qué les digo?. Tendría que estar orgullosa de que quieran seguir jugando, de que lo prefieran a estar conectados...nuestros agotadores hijos educando a su madre que busca en la tele su gran aliada.

Cedo sin estar muy convencida, buscando algo de paciencia camuflada bajo el cansancio. La encuentro, algo debilitada y me aferro a ella. Y la sonrisa me llama cuando aparecen un mini Eduard y una mini Txell que han rebuscado en nuestro armario. Olvidándome del desorden, disfruto del momento.


De repente, me veo niña y pienso qué es lo que quieren mis hijos. ¿Cómo les puedo decir que estén quietos cuando están descubriendo la vida? Quieren reír, quieren correr, jugar....y todo no puede ser una norma. Una rampa es para bajarla corriendo, cada vez más rápido...aunque te partas un diente....Y una piscina para tirarse en bomba, aunque te pegues un planchazo...El tobogán es más divertido si lo bajas del revés ...¿Por qué mamá siempre nos dice:¡Cuidado! o" No toques" "Qué es "portarse bien"...todo lo aburrido?"

Mi cabeza no para mientras los sigo observando, vestidos de mayores, pero cantando y bailando. Martina se cae tres veces con los tacones y Jaume no tiene calor con una chaqueta de invierno..es su juego y están disfrutando. Y mi rango de sargento cae unos grados, enternecido por la escena que estoy contemplando.

Quizás soy demasiado exigente con ellos: quiero que se comporten como adultos y después me da pena cuando veo que se hacen mayores. Me gusta que sean divertidos y activos cuando a veces les corto las alas. Debo guiarlos, soy su madre, mostrándoles respeto hacia los demás y ayudándoles a crecer. Pero si ahora no juegan y experimentan en estado puro, ¿cuándo lo harán?

Mientras volvemos a poner la ropa en el armario, decido colgar el uniforme, sin pasarme al otro extremo. Las madres sargento no se aceptan en vacaciones. Aunque las perfectas, tampoco.

Txell.

No hay comentarios: