domingo, 15 de abril de 2012

Día de lluvia

Después de unas intensas vacaciones de Semana Santa con los niños, en los que el tiempo no ha acompañado, he decidido anotarme una serie de normas, ítems y propuestas a tener en cuenta, para que el kit de supervivencia en un día de lluvia sea completo. Espero que, aparte de servirme, también sea útil para muchos de vosotros.

1- Desayuno.

La tristeza que da despertar con un día gris de lluvia puede compensarse con un buen desayuno, sobre todo en un día festivo. Un chocolate caliente hecho de forma tradicional es una buena opción para padres/madres arriesgados/as. Es una forma de entrenar a los hijos a esperar pacientemente, dosificando sus "¿Ya está?" mientras intentas que la leche no se te enganche en el fondo del cazo. Si combinas tranquilidad y cariño, el resultado suele ser espectacular, un subidón de disfrute para la familia, ya que todos nos convertimos en niños. Y nuestros hijos, inmersos en un momento dulce, disfrutan, olvidándose del mal tiempo y también de las manchas que salpican su cara, manos y sus pijamas. Y yo también me olvido de lavadoras y sólo pienso que es un buen comienzo para este día.

2. - Equipo básico de lluvia.

Botas de agua

A pesar de que hay quién dice que unas botas de agua son un accesorio totalmente inútil, para mí son un gran invento. La principal razón es que, con unos niños movidos como los nuestros, es imposible quedarse todo el día en casa, ya que corres el riesgo de encontrártelos colgados del techo a media tarde (o colgarte tú directamente). Por eso es importante que salgan a pisar charcos, con las botas más cantonas del mercado, para que se les vea bien. Martina las tiene de flores y Jaume, de Rayo McQueen (como no...), pero existen algunas más llamativas todavía. También es imprescindible hacer la vista gorda, ya que no sólo acabarán mojadas las botas, sino los pantalones y, con menos suerte, hasta las orejas, con o sin resbalón.

Paraguas.

Nunca me ha gustado ir con paraguas, pero entiendo que es algo básico, aunque yo lo he paseado más que utilizado. En el caso de los niños, la utilidad se resume en los primeros cinco minutos (si es que llega). Recomiendo comprarlo transparente, aunque sea menos vistoso, porque facilita la visión periférica.
En nuestro caso, el estampado de vaca de Martina le permite conducir con cierta soltura, sin chocarse ni meterlo en el ojo de nadie. Pero el de los Gormiti de Jaume, mezclado con su tozudez y edad, es un peligro: peor que un novatillo conduciendo sin parabrisas bajo una tormenta de nieve. Con el tiempo, he mejorado mi cara de póker y mis disculpas ante pisotones y atropellos.
Además, hay que tener en cuenta que la ilusión por aguantarlo y pasearlo se acaba desvaneciendo y el paraguas acaba rotando, girando y haciendo una serie de movimientos infantiles hasta acabar arrastrado por los suelos.

Otros complementos

Existen otros complementos opcionales, como el gorro o chubasquero, pero si no llama la atención o es de colores vivos, parece que no tiene el mismo efecto para los niños. Es como si todos los personajes de los dibujos animados salieran de paseo incrustados en el plástico y se saludaran entre ellos. A nosotros nos faltan estos accesorios, aunque la última vez nuestros hijos salieron de casa, convencidos, con gorra de Rayo McQueen (para variar) y gorrito de playa azul clarito con bolsito a juego. Auténticos para su madre, que siempre les encuentro una luz especial.

3. - Actividades para hacer en casa

Pinturas de la cara

Nuestros hijos tienen predilección por pintarse la cara. Cualquier fiesta, cualquier celebración, cualquier excusa es buena para acabar más que rotulados. Batmans, Spidermans, hadas, tigres, princesas y piratas...los lápices de colores y purpurinas siempre acaban invadiendo sus caras. Tengo mil fotos de todos sus looks y disfraces. Las últimas, un león con tintes de Bob Esponja y un tributo a Messi con bigote y barba. Listos, en un largo día de lluvia que parece que nunca acaba.

Juegos de mesa o cartas

Desde que los niños aprendieron a jugar al Uno, se organizan verdaderas competiciones en casa. Es como un maratón, en el que no puedes despistarte porque ellos, espabilados y atentos, están a la que salta. Con el tiempo, han aprendido que ganar no es lo único importante y hemos pasado del drama de los perdedores al "¿Hacemos otra?". Además, Eduard les ha enseñado a apuntar las clasificaciones en un papel y es divertido ver grandes letras y números con trazo infantil que se reparten en una tabla.
Me divierten estos momentos, aunque reconozco que puede llegar un punto en que las partidas se eternicen: nuestros hijos, como la mayoría de los niños, no tienen medida y siempre quieren más. Y aunque cedas, nunca es suficiente. En estos casos, la habilidad para desligarte sin cortar por lo sano es una virtud que reconozco que tengo que potenciar un poco más.

Aparte del Uno, que es el juego estrella de esta temporada en nuestra casa, hay otras variantes como el parchís (un clásico), la oca ( aburridísimo, aunque a ellos les encanta) y el bingo (con el binguero Jaume, que "canta" las bolas numeradas como nadie: por sí solo ya es un número...).

Manualidades.

Otro gran recurso para los días de lluvia son los trabajos manuales. Martina, gran aficionada a "Art Attack", siempre hace nuevas propuestas. Y yo me animo, según el día, y según lo guerrero que vea a Jaume, ya que pienso en las bolitas minúsculas de collares que pueden rodar por el parket, el pegamento en todas partes menos en el papel y los pinceles y pinturas repartidos por toda la ropa.
Con una buena supervisión y en un momento relajado del día, si es que lo encontramos, podemos llegar a hacer alguna "obra de arte" que después decora y da la nota divertida en paredes, habitaciones y comedor. No tan perfecta como las de la muestra, pero hecha con toda la ilusión.

4. Videos & Co.

En un día de lluvia no pueden faltar los vídeos. Los prefiero a los canales de televisión, porque puedes controlar mucho más lo que tus hijos están viendo, aparte de ahorrarte todo tipo de anuncios que invitan al consumo infantil; a veces es inevitable y sé que son niños del siglo XXI que siempre quieren más de lo que tienen (o tienen más de lo que necesitan y, en el fondo, quieren), pero se tienen que ir haciendo estos intentos.
Muchas veces cuesta ponerse de acuerdo en la película y son duras las negociaciones para llegar a elegir una al gusto de todos. A mí me sorprende: cuando éramos pequeños, una tarde de película ( fuera la que fuera) era una fiesta y todo nos hacía ilusión. En algunos momentos nuestros hijos conservan aquel entusiasmoque tenían sus padres por todo, criados en el respeto y el conformismo ( con un entorno que ayudaba mucho más) y reconozco que me emociono pensando que algo de lo que les enseñas, les queda ( el 10%, como alguien me dijo una vez). Pero otras veces cuesta mucho más y la persistencia se resiente, debilitada ante el impacto de la presión social que les aborda desde bien pequeños. Supervivencia parental y empeño, no hay otra.

Otras veces tocan pases de vídeos de cuando Martina y Jaume eran más pequeños. Les encanta verse, puro narcisismo infantil: sus caras más redondas, cuerpos achatados, movimientos de bebés y vocabulario limitado. Y yo los miro con nostalgia de abuela viendo pasar el tiempo, cuando todavía soy una madre viendo como crecen nuestros hijos.

Existen ocasiones especiales en las que no sirve ni la tele, ni los vídeos, ni los recuerdos, ni nostalgias...Pies en el sofá, saltos, pataditas, "me pongo en tu sitio, me has robado el mío"....es entonces cuando un cine, con paseo, botas y charcos, ayuda a despejar y a romper un poco con los planes caseros. Cambio de escenario, paraguas, y mucho valor es lo único que hace falta (¡mucha falta!). La pantalla gigante, la oscuridad y el olor a palomitas de los compañeros de butacas ( somos familia "sin palomitas", "raros avis") los dejan algo sedados, como mínimo media película. El resto, siempre termina con Jaume sentado en mi "falda" porque está cansado y/o Martina sufriendo en la parte triste y crítica que tienen la mayoría de películas infantiles. Y yo relativizando y pensando cómo era el cine sin niños: posiblemente me dormiría tanta tranquilidad.

Mención aparte recibe mi Ipad, canguro de lujo para niños 2.0 que lo utilizan sin ninguna dificultad, como todos los niños de su edad. Generación digital que permite un respiro a padres que intentan no desfasarse tecnológicamente, aceptando los cambios evolutivos de sus hijos. Y, sobretodo,sorprendidos de la immediatez de las cosas.
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Seguro que me olvido de muchos más consejos de supervivencia (pasteles caseros, playmobil, disfraces...), pero teniendo en cuenta que el día sólo tiene 24 horas, de las que más o menos, 14 están despiertos, la oferta de planes no está nada mal. No hace falta ponerlos todos en práctica, aunque aviso que es posible con niños movidos como los nuestros, que sólo aprovechan la noche para descansar.

De momento, miraré cada el día el cielo, esperando que el buen tiempo se aclare, aprovechando la luz y las actividades al aire libre, porque está claro que nuestros hijos son de exterior: es algo que llevan en los genes ( sobre todo, paternos).

Txell

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